Siempre he pensado que mi vida
acabaría con millones de perdices que JC y yo comeríamos tan contentos, y que
por muchos obstáculos que nos encontrásemos, los saltaríamos con la grácil desenvoltura
de una pareja de felices saltamontes.
Ahora, sin embargo, hay un par de
obstáculos que me hacen pensar que de perdices nada de nada…
Primer obstáculo.-
—¡¡¡Madre de dios, qué es eso???
—exclamé hace unos días al llegar a casa, golpeada por el impacto visual más
atroz que recuerdo. Créeme si te digo que sentí cómo mis neuronas, que tienen
una gran sensibilidad estética, se llevaban las manos a los ojos, presas del
pánico.
—¿Te lo puedes creer? —dijo JC—. Me
los ha traído mi madre. ¡Tienen más de veinte años y aún me valen! —y me lanzó
una mirada cargada de orgullo.
Me aferré a la pared que me
mantenía erguida e intenté desviar la vista, pero era imposible. ¡Qué visión
tan terrorífica! ¡Iba a necesitar meses de terapia para poder vivir con ella!
—Son… —inspiré profundamente—: ¡son
la cosa más abominable, horrible, hortera, repulsiva, monstruosa y... y feísima
que he visto en mi vida!
JC dio un respingo y se metió las
manos en los bolsillos de… ese algo atroz que casi me mata de la impresión: un
pantalón de pana, de pata ancha y (siéntate, querido lector, porque igual te da
un soponcio) ¡¡¡NARANJA!!!
Madre mía…
Desde entonces una oscura bruma se
interpone entre sobre nosotros. JC insiste en ponerse esa cosa naranja y yo
insisto en no poder soportarlo. Y mentalmente juro y perjuro en hebreo contra mi suegra,
que debe padecer un caso extraordinariamente grave de síndrome de diógenes para
haber guardado semejante basura durante 20 años.
Segundo obstáculo.-
—… y me ha pedido que vaya a una
de esas reuniones para que puedan ver y analizar mis microgestos de machismo
para nosequé artículo de nosequé revista, y le he dicho que yo no tengo de eso,
y se ha reído y me ha dicho que soy un microgesto machista andante —JC hizo una
pausa, evidentemente ofendido—. Y eso sí que no, Lili, que es tu madre y todo
lo que tú quieras, pero hay límites.
Conseguí apartar la vista de los
pantalones naranjas (¡¡¡naranjas!!!), que también llevaba ese día, y asentí en
un gesto de comprensión.
—Así que voy el miércoles a la
reunión a que…
—¿Le has dicho que sí? —lo
interrumpí, sobresaltada.
¡Madre mía, se lo iban a comer
vivo!
Con suerte también se comerían el
pantalón, pero no sé yo si el precio sería quizás un poco excesivo…
Miércoles, 07:30 de la mañana.
Quedan 12 horas para el aquelarre.
—¡Lilidemivida, que es tu
madre! —exclama JC—. ¡Invéntate algo y habla con ella!
Doy un mordisco a la galleta y
niego con la cabeza, tristona.
—Es que no puedo pensar en otra
cosa que no sea en eso —señalo los pantalones naranjas que lleva puestos—. No
puedo, de verdad que no. Es como si absorbieran mi creatividad.
—¡Esto es increíble! —sale de la
cocina, dejando una estela naranja que trato de borrar de mi retina a base de
parpadeos histéricos. Vuelve a los dos segundos con unos vaqueros y me da los
pantalones naranjas hechos un gurruño—. ¡Aquí tienes!
Vaya… Vistos así de cerca, son
aun peor… Conteniendo el aliento y con los ojos entornados para no desmayarme los
meto en una bolsa que dejo al lado de la puerta y miro a JC, con la esperanza
de nuevo asomando tímidamente a los ojos. Igual, después de todo, sí que
tenemos perdices…
—Móvil —pido con la resolución de
un cirujano y extiendo la mano. JC me pasa el teléfono. Me recojo el pelo en
una coleta, me remango el jersey y marco el número de cierta madre-que-era-medio-normal-pero-que-ha-perdido-la-chaveta,
con la creatividad empapando de nuevo mis células grises.
—Mamá,
¿cómo se te ocurre pedirle a JC que vaya a…..… No, si él está encantado…………. Me
parece malísimo para vuestro movimiento feminaz…ista, pero malísimo
malísimo……….. Sí, malísimo, eso……… Él dice que ya imaginaba que al final
recurriríais a un hombre……¿Micro gestos?...... Oh, vaya, creo que no lo
ha entendido bien..…… Algo de una conferencia sobre el papel fundamental del
hombre en las organizaciones feministas…..… Sí, se lo está contando a todo el
mundo……….. ¡Mamá, no lo insultes!............ ¡¡¡Mamá!!!
Dos semanas después.
JC acaba de salir del trabajo y
camina rápido: ha recibido una convocatoria para un asunto importantísimo, de
vida o muerte, y no quiere llegar tarde. Mentalmente va haciendo una lista de
lo que necesitará: cerveza y… cerveza. De pronto un destello naranja entra en
su campo visual y frena en seco. Gira la cabeza y ahí están, en el escaparate
de Humana: ¡¡¡sus pantalones naranjas!!!
Se queda sin aliento y trata
de recordar qué sucedió y porqué no están en su armario: algo de su suegra y Lili… Se indigna: seguro que ha
sido su mujer quien los ha llevado a la tienda. ¡Sus pantalones!
Mira la hora en el móvil: aún
quedan quince minutos para que comience la partida online del Battlefield. No
quiere arriesgarse a llegar tarde, es extremadamente formal en sus batallas
virtuales… Hace un rápido cálculo mental (cinco minutos para llegar a casa, 10
segundos para sacar la cerveza de la nevera y coger el abridor, 2 segundos para
sentarse en el sofá) y decide que hay tiempo.
Con paso firme, entra en Humana,
dispuesto a recuperar sus pantalones naranjas.
A su espalda, un par de perdices comienzan
a agitar las alas. Pero… no, no salen volando.
Vaya…
Parece que una chica previsora
las ha pegado al suelo para que no se escapen.
(*) Humana es una tienda que recoge
ropa usada y la vende muy baratilla, y lo que saca lo destina a proyectos
humanitarios (las malas lenguas dicen que también financia una secta nórdica…)
Jajaja, ay, a mi marido no hay quien le quite los suéters que llevaba cuando la primera Comunión ( es un decir). Te voy a dar un truco, yo llego a convencerle después de mucho y mucho insistir ( te hablo de meses y hasta años) de que no se ponga algo, pero no lo tiro nunca, es algo psicológico, si se lo tirara no me hablaría!!!
ResponderEliminarLo de tu madre no tiene nombre, jajajaja. No, no y no, no permitir nunca que ninguna suegra interfiera.
Mi marido y yo, a pesar del tema de la ropa, sí comemos perdices desde hace muuuuuchos años. Eso sí, hay que ceder, uno y otro. (Mi marido no lleva pantalones naranja, si los llevara, ay , madreeee). Jajajaja.
Paciencia!!
Besos
Crónicas, es que JC a veces le coge un cariño extremo a cosas rarísimas! Cualquiera diría que son más importantes unos pantalones (naranjas, por dios!) que la salud mental de su mujer.
EliminarPor lo que me dices, y comentamos mis hermanas y yo, ese amor extremo por la ropa tirando a zarraspastrosilla es muy de hombres :D.
Uy, uy, no quiero hablar mucho de suegras, que me lanzo! La mía es un poco bicho, pero me desquito contándolo todo aquí :-P.
Besos para ti, guapa :-)))))))))))
Qué cosas le pasan a JC.
ResponderEliminarPero está claro que os entendéis bien (siempre y cuando el asunto no esté relacionado con la moda). :D
Ay, Tarambana, a JC lo más gordo que le pasó fui yo; a partir de ahí, el chico no termina de levantar cabeza :D
EliminarUn beso gigante :-)
Madre mía... Comprendo tu disgusto. Si hay algo peor que unos pantalones anchos de pana, es que sean naranjas. Bueno, es que no recuerdo haberlos visto en mi vida. Semejante desgracia di por sentado que no había sido creada. Pero ya ves... siempre puede llegar Lili y sorprenderte xD
ResponderEliminar.Estelle.
Jajajajajaja! Estelle, la vida está llena de estas pequeñas sorpresas tan desagradables! Menos mal que tengo el blog para contarlo :D
EliminarBesos!!! :-)))
Qué aberración de pantaloneeeees!!!!!!!!!!!!!!!!! Esos son para poner en un huerto a un espantapájaros!!! jajaja
ResponderEliminarOhhhh Claudia, esa es una idea genial, jajajaja!!! No se acercarían ni los cuervos, fijo.
EliminarUn beso enormísimo!!! :-)
Creo que te gano, porque mi J tiene en el armario una camisa de franela de cuadros grises de su abuelo muerto. Cada vez que abro esa puerta lo hago con la sana intención de tirarla a la basura, pero me entra cierto miedito de peli de terror... Y si el difunto decide vengarse de semejante ofensa?????
ResponderEliminarPiensa, Lili: ropa de muerto o pantalón naranja?
Ohhhhh, jajajajajajajajajaja!!!!! Se me ha escapado una carcajada! (lo que es regular de bueno, que estoy en el trabajo :-P).
EliminarGanas tú, Palabricas, no hay duda, jajajajaja!!!!! Yo no la tiraría, que los muertos son muy suyos para algunas cosas y fijo fijo que se te aparece.
Besos!!! :-)))
Naranja...era necesario...porque ponele capaz si fueran negros azules..y hasta creo que se le un marroncito...pero NARANJA! deberia estar permitido presentarlo como justificante de un divorcio jajaja. Besos!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo!!!
EliminarLo de JC a veces me preocupa una barbaridad, esa forma tan despreocupada que tiene de llevar ciertos colores sin valorar las consecuencias terribles para quienes lo vemos... El día menos pensado descubro que es daltónico y no me sorprendo, así ya todo tendría sentido!
Besos para ti :-)))))
Lili...que sepas que vuelve la campana, y la pana seguramente...es que esto de las modas es un ciclo date cuenta que estamos ahora mismo con la ropa de los noventa...y ahí volvieron los pantalones de campana...así que ya tocaba!!! XD
ResponderEliminarRecuerdo cuando el verde menta era el nuevo negro...pues me acordé de tí el otro día en decatlón, que ví una chaqueta de invierno verde menta...chulísima que estoy por agenciarme para dar el cante en candanchú XD.
Es que no eran de campana, Cocci, eran anchos, sin ninguna forma, de esos pantalones que nuestras madres nos compraban en la era PreInditex en vetetúasaberquétienda y que todavía me provocan escalofríos (yo tuve millones de pantalones así, hasta que Amancio, que es muy buena gente, se diga lo que se diga, sacó pantalones decentes por menos de 10.000 pesetas).
EliminarPara los pantalones de campana estoy preparada (para mí, claro, para JC no tanto...).
Ohhh, cómprate la chaqueta!!! En la nieve los colores fuertecillos van genial, por si te nos pierdes! :D
Un beso gigante, guapa :-)))))
Jajajaja, me he partido! Me has alegrado el jueves (bien! ya jueves!) 7:40 y el café de la mañana!
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